La alegría posmoderna de los años 80 basada en la sensualidad y la captura de esa nueva oleada que aspiraba a infiltrarse en todas las artes había sido posible por la recuperación de un espacio que para ese tiempo se veía perdido, la estructura cultural en muchas ciudades de Europa era ya a mediados de los 70 un cadáver resagado y vendría a consolidarse hasta que se vieron en las calles las primeras crestas punk. Pintarse el pelo de colores podría entenderse como un simple acto de validación contra el propio sistema, o aquel síntoma de cambio de mentalidad. La nueva y creciente tendencia cultural, en todas su variantes pero especialmente en aquellas que promulgaban una escapatoria a lo establecido, podría interpretarse como una reafirmación de la reciente corriente en términos musicales y estéticos. A la altura de 1977 o 1978, más aún a principios de los 80, momento en que el moviento alcanza su máximo esplendor, una cresta o una chamarra de cuero remachada con estoperoles demostraba que el paisaje urbano había empezado a transformarse. Todo ello estaba reflejado en canciones de las nuevas bandas que salían a la luz, grupos que están en el origen y que abrieron vías desconocidas asumiendo un riesgo en sus actitudes musicales.
La influencia inglesa. Fotografías de Ray Stevenson: Soo Catwoman, 1976 | Sex Pistols en The Paradise Club, 1976 | Siouxsie Sioux and Jordan, Liverpool, 1978
"En la cultura, la cuestión de la ascendencia resulta espuria. Toda nueva manifestación cultural reescribe el pasado, convierte a los antiguos malditos en nuevos héroes y a los viejos héroes en individuos que jamás debieron haber nacido. Nuevos actores limpian el pasado para los antepasados, pues la ascendencia es legitimidad y la novedad es duda, aunque en todas las épocas emergen del pasado actores olvidados, no como ancestros, sino como amigos íntimos "
(Greil Marcus, Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX)
Siouxie and the Banshees